dimarts, 8 de març del 2016

La Leyenda de "Cambaral"

Cuenta una vieja leyenda que hace mucho tiempo en una pequeña localidad costera asturiana llamada Luarca, una pequeña flota de piratas berberiscos atemorizaban a sus habitantes con sus incursiones a la costa. Al mando de esta terrible flota pirata estaba el cruel Cambaral, tan cruel como genial en sus ataques a la flota del rey, a la cual le resultaba imposible capturar las embarcaciones piratas.
Cansado de todos estos ataques, el señor de la fortaleza de Luarca, también llamada La Atalaya decidió que era el momento de terminar con la terrible flota pirata, para ello, embarcó a sus mejores guerreros en pequeñas embarcaciones pesqueras y esperaron la llegada de los asaltantes camuflados como simples pescadores. No tardaron los piratas en asaltar a estos supuestos indefensos pescadores, pero enorme fué su sorpresa al encontrarse decenas de aguerridos guerreros, el combate fué largo y violento y terminó con la derrota de los piratas y la captura de su lider, el cruel pirata Cambaral.
Cambaral fué trasladado cautivo a la Atalaya sin siquera curar ninguna de sus graves heridas y allí fué encerrado en las lugubres mazmorras que vieron como poco a poco se le escapaba la vida. La hija del señor de la fortaleza, una joven y bella doncella de generoso corazón, pidió permiso para curarle las 
heridas al cautivo y se dirigió a las mazmorras. A pesar de la oscuridad que reinaba allí y que apenas podian verse el más puro amor surgió entre el forajido y la joven doncella, Cambaral comenzó a comprender que siempre había sido huérfano de corazón, que nunca había sentido nada igual. Por su parte la doncella, conociendo a su padre, comprendió cual era el destino que esperaba a su amado y muy probablemente a ella si su padre los descubria.


En aquella oscuridad se declararon amor y fidelidad enterna, entre esas frias paredes se listaron miles de promesas entre dos amantes que no se encontraban en el lugar ni en el momento adecuado. Cuando hubo curado sus heridas, Cambaral planeó una fuga que sacaría a ambos de la fortaleza y los llevaría lejos para poder amarse por toda la vida. La huída fué alocada, sin apenas probabilidades de éxito, pero eso no era lo importante, por fín pudieron amarse en libertad, herirse con sus besos y consumar su pasión.
Antes de la fuga, habiendo sido advertido, el señor de la fortaleza, preso de la ira, salió a la busqueda y captura de los dos fugitivos. Una vez llegaron al puerto, se encontraron al señor de la fortaleza con sus tropas esperandolos. Allí terminaron todos sus sueños de fuga y amor, se abrazaron, y en un tierno beso se fundieron esperando el cruel destino que para ellos estaba reservado. Preso de la ira el señor de la fortaleza decapitó a los amantes, cuyo labios permanecieron sellados en todo momento, en un beso que perdurará para toda la eternidad, como la más bella expresión del amor eterno. Las cabezas cayeron al frio agua y en ese mismo lugar, en la actualidad se encuentra un puente que se levanto en honor a los amantes con el nombre del "puente del beso".



dimarts, 1 de març del 2016

La leyenda de "La Mariposa"


En una aldea asturiana, vivió, hace mucho tiempo, un rico labrador, viudo desde hacía años, que tenía dos hijas, pero para quien sólo contaba una, Inés, que nunca se atrevió a contradecir a su padre en nada, y se casó con el novio que éste le había designado.

No pasó lo mismo con Clara, su otra hija, que a la hora de contraer matrimonio, eligió con el corazón, y provocó tanta ira en su padre, que la desheredó y le prohibió acercarse a la casa donde había nacido.

Clara y su esposo vivían pasando mucha necesidad, y aunque Inés deseaba ayudar a su hermana, el temor a su padre le impedía hacer nada.

Cuando el labrador murió, Inés intentó de nuevo favorecer a Clara de alguna manera, pero ésta vez, fue su marido quien le prohibió hacerlo. Se desesperaba viendo la pobreza de su hermana, pero no veía modo de remediarlo.

El día que se celebraba la misa por el alma de su difunto padre, rogó Inés con toda su alma para que Dios le permitiera encontrar el modo de favorecer a Clara, y en eso estaba cuando de pronto sintió un gran peso sobre su cabeza. Levantó la mano y una mariposa se elevó en el aire. No pudo creer que fuera el pequeño insecto el que provocaba aquella sensación hasta que el fenómeno se repitió varias veces.

Al acabar la misa, le contó a su marido lo que le había pasado, pero éste no le hizo el menor caso. Sin embargo, a los pocos pasos, fue el marido quien levantaba la mano hacia su cabeza por el gran peso que sentía sobre ella y quien veía elevarse una mariposa ante sus ojos.

La mariposa estaba constantemente presionando la cabeza de uno u otro de los esposos, hasta que Inés insistió tanto en que era una señal que se les enviaba para que ayudaran a Clara, que su marido accedió a repartir la cuantiosa herencia de su suegro, con sus cuñados.

Así se hizo, y ya restablecidos cariñosamente los lazos entre las dos familias, vieron una mariposa revolotear alegremente ante ellos y luego volar muy alto, muy alto.....


La leyenda del "Cid Campeador y la Virgen de la Almudena"


Hay una leyenda que cuenta como una mañana cuando Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid Campeador, había salido de Toledo en dirección a Madrid, en compañía de algunos caballeros, se encontró por el camino con un leproso que se había caído en una zanja y pedía ayuda.

Cuando el Cid sacó al leproso de la zanja, observó como éste se convertía en una figura femenina, que resultó ser la Virgen de la Almudena.

Esta singular aparición comunicó a Rodrigo Díaz de Vivar que tomaría Madrid y que incluso ganaría batallas después de muerto. La Virgen de la Almudena le indicó asimismo por dónde debía entrar en Madrid antes de desaparecer milagrosamente.

El Cid, al regresar junto a los caballeros comprobó como éstos se desperezaban de un profundo sueño en el que misteriosamente habían caído ajenos a la aparición de Nuestra Señora de la Almudena.

Esa misma noche, de vuelta en Toledo, Rodrigo Díaz de Vivar salió otra vez camino de Madrid acompañado de sus caballeros. Se apostaron en el lugar indicado por la milagrosa aparición de la mañana, frente a la muralla.

De pronto, observaron con asombro como uno de los cubos se derrumbaba inexplicablemente. El Cid Campeador y sus mesnadas castellanas entraron en la ciudad tomándola por sorpresa.

En ese cubo roto apareció igual de milagrosamente la imagen de la Virgen de la Almudena, que había sido escondida a principios del siglo VIII por un vecino de Madrid temeroso de la llegada de las tropas árabes.